Probablemente, desde antes de ser nombrado director general de Tráfico, tuve la intuición de que las cifras de accidentes y víctimas—entonces, literalmente aterradoras—solo podrían reducirse con la participación de la sociedad civil y, subsiguientemente, la toma de conciencia de todos los ciudadanos de la gravedad del problema, a fin de ellos participaran activamente en las acciones a desarrollar. No puede decirse que inicialmente tuviera mucho éxito en aquella movilización, porque la renuencia de todas las organizaciones empresariales, incluso las más ligadas al mundo del automóvil consideraron que aquello era misión de la DGT. La excepción llegó de la mano de una persona igualmente excepcional, Mar Cogollos, la cual, como directora de AESLEME, vino a ofrecer su colaboración incluso antes de que yo pudiera pedírsela. Sus programas de actuación eran a cuál más sugestivo y el entusiasmo y carisma personal de Mar hicieron el resto. Comenzó así una etapa de trabajo conjunto, más tarde cimentada en el cariño y en la admiración que, por mi parte, terminó —y no del todo— con mi jubilación. Pero AESLEME ha continuado en su labor impagable, de colaboración con las Administraciones y entidades privadas que trabajan en materia de seguridad vial, cuyo éxito deben en gran medida a AESLEME y al liderazgo inmarcesible de Mar. Mi más cariñosa enhorabuena por este XXXV aniversario y mis mejores deseos de éxito, que será el de toda la sociedad.