Francisco Vaño, diputado del grupo parlamentario Popular, ha presentado una proposición no de Ley en la Comisión de Seguridad Vial del Congreso de los Diputados para aumentar la velocidad en las autopistas de peaje. A las asociaciones de víctimas y prevención de accidentes de tráfico, nos preocupa que un tema así aún se debata y que se trate tan a la ligera.
El argumento es que este aumento del límite de velocidad puede contribuir a un mayor uso de este tipo de vías. Es legítimo, incluso necesario para nuestra actual economía, proponer medidas que incentiven la productividad y ayuden a las empresas, pero no a costa de vidas humanas, no a costa de la salud de un número indeterminado de usuarios.
Hay que recalcar que en España casi el 20% de los accidentes de tráfico se relacionan con la velocidad y el 30% si hablamos de los accidentes mortales. Si países como Estados Unidos, Australia y Dinamarca subieron sus límites de velocidad y vieron cómo aumentaban los muertos en accidente de tráfico entre un 15 y un 20 por ciento, y en cambio, en países como Suiza o Inglaterra, donde redujeron el límite (de 130 a 120 y de 120 a 100, respectivamente) y descendió un 12% la cifra de víctimas mortales (Suiza) y un 19% (Inglaterra), ¿por qué vamos a aumentar la velocidad en España, cuando está demostrado que a más velocidad las consecuencias de los accidentes son más graves y por tanto el número de fallecidos y heridos graves aumentará?.

Además, hay que tener muy en cuenta que, a partir de 130 km/h, se produce lo que los expertos denominan un “cataclismo perceptivo” o efecto túnel, que supone que el campo visual se reduce progresivamente, hasta llegar a un ángulo de visión de sólo 30º. Sin olvidar que la velocidad agrava las consecuencias de los accidentes y reduce el tiempo de reacción ante un imprevisto o un despiste, agravando también el fallo humano.
Siempre nos han dicho que la velocidad es igual a la seguridad, pero no es cierto, puesto que los mismos fabricantes de vehículos realizan las pruebas de seguridad del EuroNCAP a un máximo de 60 km/h.
Todos los estudios que se han realizado relativos a accidentología en el mundo, ponen en evidencia que la velocidad agrava las consecuencias de los siniestros de tráfico: según un estudio del European Transport Safety Council (ETSC) ampliar el límite de velocidad en tan solo un 1 km/h, supone un aumento de un 3% de los accidentes de tráfico y por contra, la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) asegura que bajar un 5% la velocidad podría reducir un 20% los accidentes mortales.

Por no hablar del tema económico y medioambiental, que también nos preocupa en la situación en que se encuentra España actualmente y es que a parte del posible aumento de víctimas en la carreta, circular a mayor velocidad supone mayor contaminación, mayor consumo de combustible y mayor desgaste del automóvil.

Por lo tanto, nos negamos a aceptar que se utilice como moneda de cambio la vida y la salud de las personas, y esperamos que se retrotraiga la intención de esta propuesta no de Ley, y se consiga destacar otros incentivos para el uso de las autopistas de peaje (menor congestión, mayor confort, mejores servicios, etc…). Argumentos a favor del uso de las autopistas de peaje hay muchos, consideramos innecesario aumentar la velocidad para incentivar la economía.

Naciones Unidas nos ha marcado el objetivo de reducir otro 50% la cifra de fallecidos en la década 2011-20, aunque nuestra meta sigue siendo CERO VÍCTIMAS, y pensamos que con este tipo de propuestas, nunca lo vamos a conseguir: si en 2011 se han registrado 2.060 víctimas mortales, ¿Cómo vamos a llegar a 1.030 fallecidos con este tipo de medidas?. Miremos hacia adelante en seguridad vial, con propuestas que ayuden a salvar vidas y a reducir lesionados graves.

No hay moneda de cambio válida para UNA VIDA HUMANA.

29/Noviembre/2012