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Especial Juan
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Juan, no sé cómo decirte adiós. Te has ido tan pronto y de una manera tan repentina, que no nos has dado tiempo de asimilar una pérdida tan importante para tantas personas que te queremos, admiramos y te debemos tanto.

Nuestra historia comenzó hace 33 años, tras mi accidente de tráfico; no sé a través de quién, mi padre contactó contigo. Y tú le dijiste a qué hospital debía ir.

Tras el alta hospitalaria me fuiste ofreciendo trabajos, no sé por qué creíste en una joven psicóloga, tetrapléjica a la que veías como “macro válida” (una de tus palabras favoritas cuanto te referías a las personas con lesión medular): “hacéis lo mismo que cualquier persona, pero con muchas más dificultades”, repetías siempre. Tú eras así, siempre querías sacar lo mejor de tus pacientes, para que fueran lo más independientes posible.

Cuando me llamaste para trabajar como psicóloga en la Unidad de Lesionados medulares del Hospital la Paz, no sabía qué decirte; no me veía capaz de enfrentarme, día a día, a personas que, como yo, iban a vivir esa nueva realidad, en la que verían muchas sombras, hasta llegar a aceptar su nuevo “yo”.

¡Qué años tan maravillosos y gratificantes contigo, Mercedes y Susana! Éramos un equipazo, hacíamos reuniones con enfermaría, fisioterapia, terapia ocupacional… para ver juntos lo que necesitaba cada paciente.

Y tú te reías cuando yo compraba un espejo y un estuche de maquillaje a las mujeres con tetraplejia y las enseñaba a maquillarse, como yo había aprendido… truquitos de chicas.

En esos años me casé con Jesús, todavía recuerdo la que organizaste en mi boda y nuestro baile del cual no creía que saldría viva, nunca di tantas vueltas seguidas.

Y llegaron las mellizas y yo seguía trabajando en el hospital, con mi tripa creciendo y sin dejar de animar a mis pacientes y, claro, cuando ingresé en maternidad te encargaste de que no me faltara de nada. Gracias a Dios todo salió bien y tengo dos hijas preciosas.

Tú ya habías fundado AESLEME, pero necesitabas un capitán a bordo de una nave que empezaba de cero y otra vez confiaste en mí.

Los primeros años fueron difíciles, le quitamos un trozo de despacho al Dr. Herruzo en la facultad de medicina y nosotros pensábamos en proyectos y llamábamos a todas las puertas, para conseguir financiación, pero la PREVENCIÓN, no era prioridad ni para empresas ni para la Administración.

Han pasado 30 años desde su fundación y, ahora, la familia de AESLEME la forman 200 personas, que trabajan a diario para conseguir el objetivo que nos marcaste: “Reducir el número de lesiones irreversibles por accidente”. Desarrollamos 12 programas de prevención para niños, adolescentes, jóvenes, adultos, mayores y cerca de 5 millones de personas se han beneficiado de alguna de nuestras campañas, todas ellas propias y directas.

No sé si la sociedad sabrá valorar tus logros, tu generosidad y entrega como médico, pero te puedo asegurar que gracias a la asociación que fundaste, has salvado muchas vidas, evitado discapacidades y aliviado sufrimiento a muchas familias.

Te echaremos mucho de menos.

¡Gracias! doctor, amigo, compañero. Siempre estarás en nuestros corazones.

Descansa en Paz.